La princesa y el trovador
1
Antaño, en vez del jardín que hay aquí,
en esta zona, y más hacia allí,
se amontonaban casas de hojalata,
ruinas mugrientas a precio de un real
y, en cuanto a la fauna de este lugar,
era lo más, era la flor y nata.
2
La flor y nata, lo más del pavés,
los olvidados, la chusma en tropel:
parias, mendigos luciendo sus taras,
los marginados o incluso peor,
y un tipo con pinta de trovador,
un infeliz detrás de su guitarra.
3
Criada por estas gentes de bien,
creció una niña, un hermoso clavel,
en medio de toda aquella bajeza.
Abandonada dentro de un cajón,
en el arroyo la hallaron y por
eso, tal vez, le llamaban “princesa”.
Parag Pendharkar, Niña
4
Un día, pues, ¡buen Dios, protegenós!,
a las rodillas he aquí que se aupó
del trovador y, con voz zalamera,
enrojeciendo un poquito, es verdad,
dijo: “Es a ti a quien amo y podrás
besarme hasta en la boca y lo que quieras…”
5
“−Para, princesa, dejémoslo aquí,
¿soy yo, acaso, un sátiro ruin?
Tienes trece años, yo treinta sonantes,
hay diferencia y no tengo intención
de ir a probar el menú en la prisión…
−Trovador, si yo no lo diré a nadie…”
6
Le respondió: “Calla, no insistas más,
de entrada, no eres mi tipo, además
mi corazón tiene ya enamorada.”
Y la princesa, alejándose de él,
hasta el arroyo llorando se fue,
dolida por haber sido humillada.
7
No hubo desmán ni abuso de menor,
al otro día aquel trovador,
sin despedirse, montó en la carreta
del buhonero silbando un cantar.
Tras muchos años, si vuelve a pasar
por aquel sitio el pobre aún se lamenta.