La marcha nupcial
1
Casados por amor, casados por dinero,
he visto desfilar del último al primero:
humildes de la tierra y grandes potentados,
fingidos peluqueros y supuestos notarios.
2
Aun cuando viva yo hasta el fin de los tiempos,
guardado en mi memoria conservaré el recuerdo
de aquella humilde boda, del día que mis padres
se fueron a casar ante el señor alcalde.
3
En un carro de bueyes, así debo decirlo,
tirado por parientes y por buenos amigos,
fueron aquellos dos viejos enamorados
a casarse después de tan largo noviazgo.
4
Cortejo nupcïal extraño, diferente,
con ojo escrutador nos observó la gente;
y fuimos la atracción de los entrometidos,
que nunca habían visto enlaces de este estilo.
5
En esto, sopla el viento, que se lleva consigo
el sombrero de padre y a algunos monaguillos…
En esto, cae la lluvia espesando sus gotas,
como para impedir la boda a toda costa.
6
No olvidaré jamás a la novia llorando,
meciendo en su regazo, como a un niño, su ramo…
Y con todo mi orgullo, yo, para consolarla,
mi armónica toqué como las grandes bandas.
Esta es una historia verdaderamente bonita y conmovedora. Se ve que la traducción, en versos alejandrinos, está muy cuidada, incluso marcando una diéresis («nupcïal») en la estrofa cuarta para que leamos los versos, o los cantemos, con las sílabas adecuadas. Sin embargo, en la estrofa sexta, no acabo de ver bien las catorce sílabas de «Yo, con todo mi orgullo, para consolarla». Solo me salen trece. No sé si es un error o no. Solo lo comento porque he notado el empeño por medir cada verso con exactitud. Por lo demás, un poema magnífico de Georges-Ramón.
Sí, es cierto, ya verás que pasa en otras canciones también. No es un despiste, a ver si puedo explicarlo. Las traducciones las he hecho siempre cantando. No sé si será una tontería decirlo así, pero he traducido las canciones y no los poemas. Así que, en los casos difíciles, cuando el verso sonaba natural y se cantaba bien, lo daba por bueno, aunque tuviese algún fallo: la medida, un acento desplazado o una rima poco afortunada… (De esto también podemos hablar un día, si quieres). No soy experto en la materia, pero me he dado cuenta de que, para cantar con comodidad, aparte de la medida del verso, hay otros recursos, como una pequeña pausa o un discreto alargamiento de determinada sílaba.
Resumiendo, mi prioridad ha sido la fidelidad al original y la naturalidad de la expresión. Por eso renuncié inmediatamente a la rima consonante y a constreñirme a versos agudos, que es lo que pide el francés.
Pero también es cierto que Brassens te daría la razón a ti, porque en estas cuestiones él era sumamente escrupuloso.
Volviendo sobre el verso en cuestión (“yo, con todo mi orgullo, para consolarla”, estrofa 6), he pensado en dos soluciones para redondear los alejandrinos (y daros satisfacción a Brassens y a ti). La primera es un calco, casi exacto, del original: “Yo, con todo mi orgullo, yo, para consolarla”. Y la segunda, muy parecida: “Y con todo mi orgullo, yo, para consolarla,”. A mí, la primera me parece un poco artificiosa. ¿Qué te parecen a ti?
A mí la segunda solución me parece mejor. O bien, cambiando «yo» e «y» de lugar: «Yo, con todo mi orgullo, y para consolarla». La primera que has escrito, en efecto, parece más artificiosa.
De acuerdo. Lo cambio por la segunda opción.