El sinvergüenza arrepentido
1
Tenía el talle hecho a cincel,
buenas caderas,
que contoneaba cerca de
la Magdalena…
Por la manera de decir:
“¿me encuentras guapa?”,
vi que tenía frente a mí
a una novata…
2
Tenía el don, eso es verdad,
traza tenía,
pero, sin arte, el don no es más
que una manía…
No es un oficio baladí
el de tusona.
Así lo enseñan en latín
en la Sorbona…
3
Movido por la ingenuidad
de la mozuela,
yo le enseñé el modo de usar
las triquiñuelas…
Y en poco tiempo se aplicó
a hacer fortuna
moviendo el culo en rotación,
como la luna…
4
Y es que eso de callejear
no es cosa vana,
tiene una gran dificultad
mover las nalgas…
No hay que balancear de igual
forma el trasero
ante un contable, un sacristán
o un droguero…
5
Reconocida, en pago a mis
buenos oficios,
se avino, amable, a repartir
los beneficios…
El nuestro fue un trato cordial,
todo fineza.
Ella era el cuerpo, es natural,
yo, la cabeza…
6
Un día, en una transacción
más que dudosa,
se contagió de una afección
ignominiosa.
En prueba de buena amistad,
honrada en todo,
Brassaï, Jeune fille de joie
me pasó justo la mitad
de los microbios…
7
Después del tratamiento agu-
do prescriptivo,
dejé el oficio de cornu-
do consentido…
Menuda escandalera armó
con “¡no me dejes!”;
como no soy más que un cabrón,
me hice decente…
8
Privada así de mi sostén
mi pobre amiga,
ha de aguantar en un burdel
mil tropelías…
Y no hace ascos, ¡la muy tal!,
ni a los maderos.
¿Dónde está la moralidad
en estos tiempos…?