¡Qué hermosa flor!
1
Jamás a un enamorado encontré
tan ciego como yo, y no es cosa extraña,
porque la vista me la fastidié
mirando de tan cerca en sus enaguas…
Estribillo
¡Qué hermosa flor!, pero ¡qué mal bicho!,
¡menudo bicho con pinta de flor!;
que te engatusa y, a su capricho,
lleva las riendas de tu corazón…
2
El cielo la había adornado con
una gran provisión de exquisiteces,
con tantas que apenas sabía yo
si aquí o allá empezar a hincar el diente…
3
Cabía su ingenio todo en un dedal,
más hueca la cabeza que un pimiento,
pero una chica, para enamorar,
no necesita el doctorado en griego…
4
Al poco tiempo cogió y se largó
dejándome en el alma un mal funesto;
no hubo tisana, mejunje o licor
que me curara de mi sufrimiento…
5
Desde aquel día yo la quise mal,
pero hoy mi corazón le ha perdonado
que lo arrasara para que jamás
volviera a conmoverse enamorado…